miércoles, 24 de noviembre de 2010

Caperucita en Manhattan, de Carmen Martín Gaite: un canto a la libertad

por Antonio Moreno Crespo.

Caperucita en Manhattan es una versión modernizada del cuento tradicional Caperucita Roja, popularizado por Charles Perrault y los hermanos Grimm. La autora utiliza los elementos propios del cuento, tanto personajes como conceptos, como excusa para hablar de la educación actual, del excesivo individualismo y conservadurismo de la sociedad.

La acción se sitúa en Nueva York, ciudad bien conocida por la autora, pero es lo mismo que decir que se sitúa en cualquier otra: Nueva York es la ciudad por excelencia, el símbolo de la civilización occidental, la moderna Babilonia. Y allí cualquier cosa puede pasar, como bien refleja la novela: desde la presencia de una mujer de doscientos años, a la de un asesino en serie. La ciudad cumple el papel que cumplía en los cuentos clásicos el bosque, lugar mágico en el que todo puede suceder. Adentrarte en Nueva York, al igual que en el bosque, es sinónimo de aventura.

Y la aventura en esta novela tiene nombre: miss Lunatic. Sin duda el personaje que más se recordará una vez finalizada la lectura, su nombre es sinónimo de magia, alegría y, sobre todo, libertad. La libertad es el esqueleto de miss Lunatic y, por extensión, lo es de toda la obra. La anciana representa la antieducación, la transgresión de las normas, lo que la sociedad dice que no se debe hacer, pero que constituye la idea primordial de la autora acerca de la educación: los niños deben aprender a vivir, a descubrir las cosas por sí mismos, a afrontar lo que se les ponga por delante sin más ayuda que su propia imaginación.

Junto con miss Lunatic, probablemente el aspecto más llamativo de la novela sean las farfanías, las palabras que Sara (la protagonista) se inventa. Este uso del lenguaje como motivo argumental es originalísimo y podría resultar un recurso muy interesante desde el punto de vista docente. La invención de palabras también constituye una ruptura de las normas, y el profesor podría aprovechar esto para impulsar la creatividad de sus alumnos.

En conclusión, Caperucita en Manhattan es una obra muy adecuada para su uso en el aula, por su facilidad para ser leída y lo entretenido de su trama, además de por el valor literario de sus personajes y las múltiples referencias a lugares y personas reales, que podrán ser muy aprovechadas por el docente, pero además se trata de una obra que, leída simplemente por placer, no defraudará ni a jóvenes ni a adultos.

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